Única especie viviente de la subfamilia Tremarctinae y único úrsido autóctono actual de Sudamérica. Se distribuye en la cordillera de los Andes, actualmente desde la región andina alta (o "fría") del oeste de Venezuela hasta el norte argentino, con avistamientos en el Darién en Panamá; abarcando desde desiertos costeros, bosques premontanos y montanos caducos, semicaducos y siempreverdes, hasta páramos y puna.
De tamaño mediano en comparación con otros osos, mide entre 1,30 y 1,90 m de alto, y pesa en promedio entre 80 y 125 kg, siendo el macho más grande que la hembra, su coloración es uniforme, negra o café negruzca, con pelo áspero. El hocico es corto, de color café claro o blanco, con manchas blanquecinas que se extienden alrededor de los ojos y la nariz a través de las mejillas, bajando por el cuello hasta el pecho, y que varía mucho entre individuos. Posee cinco dedos con garras largas y curvas no retráctiles, y las plantas de las patas poseen pelos interdigitales que le ayuda a trepar árboles. De hábitos diurnos, solitarios, omnívoros, terrestres y trepadores, su alimentación es predominantemente vegetariana.
En el 2004 se consideraba que en toda Sudamérica quedaban unos 18 250 osos de anteojos en vida silvestre. Ha sido intensamente cazado por el hombre, tanto porque se lo considera un peligro y una "plaga" como por "deporte" e incluso por supersticiones (en varios lugares se cree que sus garras poseen propiedades medicinales). Sin embargo ha sido un animal totémico para muchas etnias originarias, y en esos casos, tales grupos evitaban su caza. Cumple importantes funciones ecológicas como es dispersor de semillas, depredador y polinizador. Actualmente se encuentra según la UICN en estado vulnerable.